El
Gobierno es
el principal pilar del
Estado; la autoridad que dirige, controla y administra sus
instituciones, la cual consiste en la conducción
política general
o ejercicio del
poder ejecutivo del Estado. En ese sentido,
habitualmente se entiende por tal
órgano (que
puede estar formado por un
presidente o
primer
ministro y un número variable de
ministros) al
que la
Constitución o la norma fundamental de un
Estado atribuye
la
función o
poder
ejecutivo, y que ejerce el
poder
político sobre una
sociedad.
También puede ser el órgano que dirige cualquier comunidad política.
1 Más
estrechamente "Gobierno" significa el conjunto de los ministros, es
decir, es sinónimo de "gabinete". Son las definiciones formales de lo
que tangiblemente es un Gobierno; pero sustancial e intangiblemente el gobierno
de un Estado comprende el conjunto de intereses vitales que ejercita y defiende
a través de los objetivos nacionales permanentes, estos son las pautas o normas
de conducta inalterables en el arte de gobernar, como la vigencia de la
integridad territorial, o la división del poder en tres ramas, para lo cual por
periodos que varían entre cuatro y seis años generalmente, se identifican
cuales objetivos nacionales actuales, conducen a la vigencia de los intereses
vitales, cualquiera que sea la orientación ideológica y filosófica del gobernante
de turno.
En términos amplios, el Gobierno
es el conjunto de instituciones, estructuras administrativas y autoridades que
ejercen las diversas actividades estatales, denominadas comúnmente
poderes del Estado. El Gobierno, en sentido
propio, tiende a identificarse con la actividad
política y
más en particular con el
poder
ejecutivo.
El Gobierno no es lo mismo que el
Estado, está vinculado a este por el elemento poder. El Gobierno pasa, cambia y
se transforma, mientras que el Estado permanece, aunque históricamente puede
experimentar algunas transformaciones en algunos aspectos. En ese sentido, el
Gobierno es el conjunto de los órganos directores de un Estado a través del
cual se expresa el poder estatal, por medio del
orden
jurídico. Puede ser analizado desde tres puntos de vista: según sus
actores, como un conjunto de funciones, o por sus instituciones.
A diferencias de las
ONG, el Gobierno recauda
aportes obligatorios de todos los miembros del Estado, usualmente monetarios y
en ocasiones en forma de servicio personal obligado, para construir
infraestructura y servicios públicos.
Los expertos en ciencias
políticas clasifican las diferentes clases de Gobierno de diversas maneras. A
este respecto, la
Encyclopædia Britannica explica:
“Existe la distinción clásica entre Gobiernos según la cantidad de gobernantes:
el que es ejercido por un solo hombre (
monarquía o
tiranía),
por una minoría (
aristocracia u
oligarquía),
o por la mayoría (
democracia)”
A veces los Gobiernos se
clasifican según sus instituciones más importantes (parlamentarismo, Gobierno
de un gabinete), según sus principios básicos de autoridad política
(tradicional, carismático), según su estructura económica, o según su uso o
abuso del poder. “Aunque ninguno de estos principios de análisis abarca todo
aspecto —comenta esta obra de referencia—, cada uno tiene cierta validez.”
Históricamente, los primeros
Gobiernos surgieron en sociedades con economías más complejas en los que
existían excedentes económicos para coordinar el pleno aprovechamiento de los
recursos humanos, naturales, instalaciones y herramientas. En la mayor parte de
sociedades los Gobiernos sostienen buscar el máximo de beneficio social, aunque
en algunos estados oligárquicos explícitamente el Gobierno decía defender los
intereses de algún grupo social. Dentro de las instuticiones de Gobierno,
destaca el
poder ejecutivo como coordinador principal del
Gobierno (en ocasiones incluso se confunde el término Gobierno con el mismo
"poder ejecutivo"). Junto a este poder, se considera que el
poder
legislativo también es parte del Gobierno como generador de leyes y
el
poder judicial como árbitro entre conflictos
entre diferentes agentes, que trata de asegurar el cumplimiento de las leyes.
Órganos de Gobiernos
Suele aludirse que el Gobierno se
divide en poderes, pero en realidad se divide en órganos con distintos tipos de
funciones:
Los criterios de clasificación
actuales se atienen más al contenido que a la forma, se trata de separar los
Gobiernos no por el número de gobernantes, sino por la forma cómo se ejerce el
poder o según la distribución de las competencias entre el individuo y el
Estado, según el modo como se toman en consideración los gobernantes los
derechos individuales (libertad de opinión, de prensa, de reunión, de
pensamiento, de creación, de partidos políticos, de enseñanza). Lo más correcto
es separar los Gobiernos en
democráticos y
totalitarios, según se reconozca la libertad de intervenir en el Gobierno a los
individuos o no, según se admitan los derechos fundamentales.
Democracia
Los sistemas democráticos
incluyen la participación de la población general en la toma de decisiones.
Esta participación puede ser más notoria como en la
democracia directa o más remota como sucede
en la
democracia representativa. En los estados
modernos con millones de personas, se dan formas básicamente formas de democracia
representativa, con la posibilidad de
referenda y
plebiscitos sobre
cuestiones particulares, que usualmente obligan al gobierno a decidir entre dos
o más alternativas según el voto mayoritario de la población.
Históricamente las democracias
han tenido mayor apoyo de la población que los regímenes no democráticos, por
esa razón muchos sistemas autoritarios e incluso totalitarios han llegado a
referirse a sí mismos como democracias,
democracias populares o
democracias orgánicas, cuando en realidad
dichos regímenes no serían considerados propiamente democráticos por muchos
analistas.
Totalitarismo
Los sistemas de gobierno
totalitarios se basan frecuentemente en el transpersonalismo; el Estado regula
según el criterio exclusivo de la clase gobernante, con poco o ningún
contrapeso de otras clases, ni limitaciones asociadas a ciertos
derechos
civiles. En esos sistemas el Estado y la clase que lo dirige puede imponer
sus ideas, criterios y doctrinas sin contrapeso de otras instituciones o grupos
sociales. En los sistemas totalitarios todas las competencias residen en el
Estado; este orienta los individuos de tal manera que se hace necesario que
sean suprimidos o minimizados los
derechos individuales.
El Estado totalitario no se
caracteriza porque en él no se votó o porque no se cuente con el apoyo de la
mayoría; se caracteriza porque en él no hay auténtica
libertad de opinión. Las libertades
individuales son absorbidas por el Estado, y se ejercitan solo según el interés
y el fin de la clase dirigente. Sin embargo, formalmente la organización
gubernativa totalitaria frecuentemente es muy similar a la organización de los
sistemas democráticos, aunque esa similaridad difiere en algo fundamental, los
sistemas totalitarios excluyen contrapesos, participación o representación
efectiva de la población general. Aun así los sistemas totalitarios modernos
nominalmente se han basado en normas, leyes y reglas escritas, según la noción
de un
Estado de derecho, si bien la potestad de cambiar
arbitrariamente las normas deja sin efecto las garantías que dicho estado de
derecho proporciona en las democracias.
La vida política y la económica
no tendrán la posibilidad de florecer fuera de las doctrinas y directivas que
dominan en el Gobierno. El poder judicial estará sometido a una misma
concepción y el juez tendrá un campo de acción mucho más amplio que en la
Democracia, puesto que no hay derechos individuales que salvaguardar y la
justicia debe ejercerse imponiendo concepciones vagas, en función de los fines
del Estado, interpretada por el Gobierno o el partido gubernativo.
El totalitarismo está dirigido
por un Gobierno abarca todo, su sistema ideológico menos tiene las individualidades
concretas así como sus creencias personales o religiosas. Por lo que el único
modo aceptado de religión es la religión de Estado, es decir, concordatarias y
cofuncionales al Estado.
PODER POLÍTICO:
Desde un punto de vista
filosófico político, se concibe al poder como la capacidad que tiene un
individuo o un grupo de modificar la conducta de otros individuos o grupos. En
Ciencia Política, aunque ya no se acepta que sea el concepto central único, hay
acuerdo en que tiene fundamental importancia. Burdeau lo define como "una
energía social, emanación de una representación mental, colectiva y dominante,
del orden social deseable", en nombre de la cual se presta acatamiento al
mando político. Siempre se manifiesta en la relación humana y en su génesis
está la obediencia: se tiene poder en la medida en que se es obedecido. Hay
muchas clasificaciones del poder. Damos aquí brevemente las más usuales en el
análisis político: poder actual (relación entre comportamientos efectivos);
poder potencial (relación entre aptitudes para actuar); poder estabilizado (muy
alta probabilidad de ser obedecido); poder anónimo (propio de comunidades
primitivas, reside más en la costumbre, el tabú, la tradición, que en las
personas); poder personalizado (que reside en la voluntad personal del jefe);
poder institucionaliza do (estabilizado y articulado en roles coordinados;
culmina cuando el Estado se convierte en titular único y abstracto del poder);
poder abierto (sensible a las variaciones de la conciencia colectiva sobre el
orden social deseable); poder cerrado (al servicio de una representación del
orden social deseable que se considera permanente); poder de jure (reconocido
por la normativa jurídica vigente); de facto (existente pero carente de
respaldo legal).
El
poder político es la lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un
cargo representativo dentro del
gobierno. Generalmente, este influye en el comportamiento, ya sea en pensamiento o en el actuar de una
sociedad.
Es legítimo cuando es elegido conforme a las leyes del país (
constitución). En países democráticos tiene como sustento la legitimidad otorgada por el
pueblo mediante el voto popular (
elecciones), pero se le suele considerar abusivo cuando se excede en el ejercicio de sus funciones, en materias que están dentro del ámbito de los otros poderes (
intromisión de poderes). El poder político es ilegítimo cuando utiliza mecanismos no autorizados por las
leyes y se adueña del poder gubernamental (ejecutivo-legislativo) sin tener la legitimidad del pueblo, otorgada por el voto popular.
Es
tiránico cuando se obtiene por medio de la fuerza o de manera autoritaria de modo que es un gobierno ilegítimo.
Manifestaciones del poder
- Coacción: Es el medio utilizado para que terceros sigan una determinada conducta. Puede ser física o psicológica.
- Coerción: La coacción dio paso a la coerción que es la situación donde el tercero realiza el mandato debido a la amenaza del uso de la violencia, es decir, la potencialidad del uso de esa violencia. Se excluye así el papel totalmente activo (ordenar y hacer cumplir) reservando a la autoridad un papel parcialmente activo (sólo ordenar). La coacción se fundamentaba en el temor de un daño seguro en el caso de incumplir lo ordenado. De esta vertiente del poder se desarrolló lo que posteriormente se conocieron como delitos contra la autoridad, es decir, desafiar al poder.
Pero este poder, según los
anarquistas clásicos, hace que se ponga en perspectiva la libertad del individuo, dando como fin la dominación de este a través de reglas coactivas (derecho) las cuales en vez de ordenar subordinan.
Legitimación del poder político
- Poder sagrado: La primera forma de legitimación utilizada se basó en la religión y la divinidad. El poderoso ya no lo era sólo porque podía ejercer violencia o porque tenía un vínculo de temor que le asegurara esa posición. Ahora el poderoso se instituía como un ser distinto, superior y ligado a los dioses. El poder de origen divino era incontestable, a no ser por otro poder de igual estatus o instituido por un dios diferente. A grandes rasgos este fue el desarrollo esquemático hasta la Revolución francesa.
- Poder tribal: Es un poder subordinado. Un ejemplo de este caso sería el Imperio mongol.
- Soberanía nacional: Las ideas que inspiraron la Revolución francesa y sus resultados negaron que el poder de los monarcas tuviera origen divino y lograron darle vuelta al esquema señalando que la fuente del poder no eran las características del poderoso sino únicamente la voluntad de los súbditos que lo dejaban tener el poder. Esta idea llevó al convencimiento de que el verdadero poder nacía de la masa de súbditos, el pueblo, y este debía tener la capacidad de delegar tal poder en quien le placiera y en las condiciones que considerase más apropiadas y durante el tiempo que creyera conveniente
Escenificación del poder político
ACTIVIDAD EN CLASES: APLICA EL MÉTODO FLANDERS PARA EXPLICAR EL TEMA