miércoles, 1 de mayo de 2019

CLASE PARA 9º La drogadicción y el alcoholismo en jóvenes y adolescentes.

La drogadicción y el alcoholismo en jóvenes y adolescentes.

Abuso de Drogas El consumo abusivo de drogas sólo se puede definir en términos de desaprobación social. Puede consistir en el consumo de drogas ilegales con fines experimentales o lúdicos o bien en el consumo de fármacos psicoactivos legales para aliviar problemas o síntomas; también se puede dar al principio el consumo por alguna de esas dos razones y más tarde caer en la dependencia y la necesidad de seguir consumiendo para evitar el displacer producido por la abstinencia. El consumo abusivo de fármacos de prescripción y de drogas ilegales se da en todos los ámbitos socioeconómicos, incluidas personas con un elevado nivel cultural y profesional. No obstante, el tipo de consumo de drogas psicoactivas con efectos más devastadores sigue produciéndose en medios sociales desfavorecidos.
Una conducta de riesgo frecuentemente asociada a la problemática de la adolescencia es el consumo de drogas. En la búsqueda de un mejor desarrollo físico y emocional de los jóvenes, cobra importancia determinar mecanismos sociales para combatir los problemas y estimular los potenciales del adolescente, de manera que le sea posible enfrentar apropiadamente los conflictos de la sociedad actual. Una de las estrategias en este proceso es la identificación temprana de conductas problemáticas con el fi n de evitar el desarrollo y consolidación de comportamientos disfuncionales. Dado que el consumo de drogas se inicia usualmente en la adolescencia y ante la capacidad adictiva de las mismas, es fundamental la acción inmediata.
 Una de las acciones para abordar la problemática de los adolescentes es la detección de aquellos muchachos en mayor riesgo de consumir drogas, con el fi n de implementar programas preventivos y otra, es la detección temprana de los que ya han iniciado el consumo de drogas, para establecer la intervención adecuada. Por ejemplo, se ha determinado que si bien el consumo de drogas ilícitas es el que más estrechamente está asociado a la presencia de depresión y rebeldía en los adolescentes de nuestro país, el consumo de drogas lícitas (tabaco y alcohol) también se asocia fuertemente.
 Se han logrado identificar factores de riesgo para el abuso de drogas, entre los cuales se debe citar (4): • Estilos parentales coercitivos y re probativos, donde el adolescente se siente menos querido, valorado y apoyado por sus padres que lleva a una búsqueda de amor y aceptación en grupos sociales, donde se ve obligado a copiar las conductas de éstos para poder integrarse
• La ruptura y disfunción en la familia
• Antecedentes de adicción a sustancias por algún familiar cercano
• Auto concepto negativo, pobre aceptación de su cuerpo y en general, sentirse menos atractivos
• “Falla académica”
• El adolescente agresivo o impulsivo 9
• Amigos del adolescente con características de agresividad, delincuencia o consumo de sustancias
• Adolescentes que han sufrido de abusos sexuales o físicos, que han presentado un episodio depresivo y que han sufrido problemas en la escuela a causa de la conducta, un trastorno de déficit atencional o trastornos de aprendizaje También se conocen factores protectores para el abuso de drogas, por ejemplo:
• Estilos parentales de apoyo y afectivos que desarrollarán en los hijos confianza en sí mismos, alta autoestima y capacidad de autocontrol
• Auto concepto positivo que configura un ajuste social más probable
• Prácticas alimentarias saludables y actividad física Existen múltiples tipos de sustancias adictivas que son utilizadas en nuestra sociedad; a continuación se exponen las drogas lícitas e ilícitas de mayor consumo entre los adolescentes costarricenses, haciendo énfasis en sus principales características y efectos a corto y largo plazo.
Cocaína y Crack La cocaína es una droga estimulante y altamente adictiva. El polvo de clorhidrato de cocaína se puede inhalar o disolver en agua para inyectárselo. El crack es la cocaína que no ha sido neutralizada por un ácido para convertirse en clorhidrato de cocaína. Este tipo de cocaína viene en forma de cristales de roca que se pueden calentar y cuyos vapores se pueden fumar. El término “crack” se refiere al crujido que se oye cuando se calientan los cristales. No importa en qué forma consumió la cocaína o la frecuencia con que lo hizo, el usuario de cocaína se expone a tener una emergencia cardiovascular o cerebrovascular aguda, como un ataque al corazón o una apoplejía, que pueden resultar en la muerte súbita. Las muertes relacionadas con la cocaína a menudo son el resultado de un paro cardíaco o una convulsión seguida de un paro respiratorio.
 Una sobredosis de cocaína puede producir temblores, convulsiones y delirio. La duración de los efectos eufóricos inmediatos de la cocaína (que incluyen hiperestimulación, claridad mental y disminución de la fatiga) dependen de la forma de administración. Cuanto más rápida sea la absorción, más intensa será la euforia pero más breve será su duración. Un aumento en el uso de la cocaína puede reducir el período de tiempo que el usuario se siente eufórico y aumenta el riesgo de adicción. Algunos usuarios de la cocaína informan sentir desasosiego, irritabilidad y ansiedad. Los adictos pueden desarrollar una tolerancia a la euforia y muchos informan que tratan en vano de conseguir el mismo placer que la primera vez que la usaron. Ciertos usuarios aumentan su dosis para intensificar y prolongar los efectos eufóricos. Así como se puede desarrollar una tolerancia a la euforia, hay usuarios que también pueden volverse más sensibles a los efectos anestésicos y convulsivos de la cocaína, sin aumentar la dosis. Este aumento de sensibilidad puede explicar algunas de las muertes que ocurren después de consumir dosis aparentemente bajas de cocaína.
 Éxtasis: Es una droga sintética psicoactiva químicamente similar al estimulante metanfetamina y al alucinógeno mezcalina. Los nombres callejeros incluyen éxtasis, Adán, XTC, droga del abrazo, frijoles, y droga del amor. Ejerce sus efectos primarios sobre las neuronas en el cerebro que usan el químico serotonina para comunicarse con otras neuronas. El sistema de la serotonina juega un papel importante en la regulación del estado de ánimo, la agresión, la actividad sexual, el sueño, y la sensibilidad al dolor. Los usuarios crónicos tienen un rendimiento por debajo de los que no lo usan en 10 ciertos tipos de tareas cognitivas o que involucran la memoria. El consumo en algunas discotecas “raves” se ha extendido mucho en Holanda, Gran Bretaña y Estados Unidos. Los danzantes pueden llegar a consumir este producto de fabricación clandestina con el fi n de estar bailando durante horas al compás de la música y con el acompañamiento de las luces y otros efectos especiales. El éxtasis tiene efectos estimulantes similares a los de las anfetaminas, junto con un síndrome psicodélico de confianza, empatía y euforia. En dosis altas, puede interferir con la habilidad del cuerpo para regular la temperatura. Esto puede llevar a un aumento drástico en la temperatura corporal (hipertermia), resultando en una falla hepática, renal y del sistema cardiovascular. Los usuarios se enfrentan a muchos de los mismos riesgos de otros estimulantes tales como la cocaína y las anfetaminas. Estos incluyen aumentos en la frecuencia cardiaca y la presión arterial, lo que es especialmente riesgoso en personas con problemas circulatorios o enfermedades del corazón, así como otros síntomas incluyendo tensión muscular, apretamiento involuntario de los dientes, náusea, visión borrosa, desmayo, y escalofríos o sudor. Pueden incluir confusión, depresión, problemas para dormir, deseo vehemente por consumir la droga, y ansiedad severa. Estos problemas pueden ocurrir al momento de usar el éxtasis y a veces hasta varios días o semanas después.
La LSD (dietilamida del ácido lisérgico): es una de las principales drogas en la categoría de los alucinógenos. La LSD, comúnmente llamada “ácido”, se vende en la calle en tabletas, cápsulas y, a veces, en forma líquida. Suele consumirse por vía oral. Con frecuencia, se agrega la LSD a un papel absorbente, como el papel secante, que se divide en pequeños cuadrados decorados, cada uno de los cuales constituye una dosis. Los efectos físicos incluyen dilatación de las pupilas, sudoración, falta de apetito, insomnio, sequedad en la boca, temblores y aumento de la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca y la presión arterial (2,7). Es posible que el usuario sienta varias emociones diferentes a la vez o que pase rápidamente de una emoción a otra. Si se toma en una dosis sufi cientemente alta, la droga produce delirio y alucinaciones visuales. El sentido del tiempo y el de sí mismo cambian en el usuario. Las sensaciones parecen “cruzarse”, dando al usuario la impresión de oír los colores y ver los sonidos. Estos cambios pueden ser atemorizantes, causándole pánico al usuario. Los usuarios le dan el nombre de “viaje” a su experiencia con la LSD y le llaman “mal viaje” a las reacciones adversas agudas. Estas experiencias son prolongadas y por lo general empiezan a desaparecer al cabo de unas 12 horas. Muchos usuarios de LSD padecen de “fl ashbacks” o “deja vues”, es decir, recurrencias de ciertos aspectos de sus experiencias, sin haber ingerido nuevamente la droga. Un “flashback” sucede súbitamente, sin previo aviso y puede ocurrir desde unos días hasta un año después de haberla usado. Los usuarios pueden manifestar síntomas persistentes parecidos a los de la esquizofrenia o la depresión. La mayoría disminuyen o abandonan voluntariamente su uso con el transcurso del tiempo. La LSD no se considera una droga adictiva, ya que no causa un comportamiento compulsivo tendiente a la búsqueda de la droga. Sin embargo, al igual que muchas de las drogas adictivas, produce tolerancia, de manera que algunas personas que la usan repetidamente deben tomar dosis cada vez más fuertes para lograr el mismo estado de intoxicación que lograban anteriormente. Marihuana La marihuana es la droga ilícita de uso más difundido en los Estados Unidos. Es una mezcla café verdosa de flores, tallos, semillas y hojas secas y picadas de la planta del cáñamo Cannabis sativa, que generalmente 11 se fuma en forma de cigarrillo (porros, canutos, churros o en inglés “joints”), o en pipa (“bong”). También se puede usar mezclada con la comida o como una infusión. Su forma más concentrada y resinosa se llama hachís y como líquido negro pegajoso se conoce como aceite de hachís. El humo de la marihuana tiene un olor pungente característico, que es usualmente agridulce. Hay innumerables términos callejeros para la marihuana incluyendo hierba, pasto, maría, así como términos derivados de variedades de canabis con marcas registradas como Bubble Gum®, Northern Lights®, Juicy Fruit®, Afgani #1®, y diversas variedades de Skunk. Llevan al “high” o euforia que los usuarios experimentan cuando fuman marihuana. Cuando una persona fuma marihuana, pasa rápidamente de los pulmones a la corriente sanguínea, que transporta el químico a los órganos en todo el cuerpo, incluyendo el cerebro. En el cerebro influye en el placer, la memoria, el pensamiento, la concentración, las percepciones sensoriales y del tiempo, y en el movimiento coordinado. Los efectos a corto plazo del uso de la marihuana pueden incluir problemas de la memoria y el aprendizaje; percepción distorsionada; dificultades para pensar y solucionar problemas; pérdida de la coordinación; y un aumento del ritmo cardíaco.
Fumado: La nicotina es una de las drogas adictivas de mayor uso en los Estados Unidos. Desde comienzos del siglo XX, el hábito de fumar cigarrillos ha sido la forma más popular de consumir la nicotina, la cual es altamente adictiva y proporciona un estímulo casi inmediato. Al estímulo le siguen la depresión y fatiga, llevando al fumador a buscar más nicotina. La nicotina se absorbe fácilmente del humo de tabaco en los pulmones, y no importa si este humo proviene de cigarrillos, puros o pipas. También se absorbe con facilidad al mascar el tabaco. Con el uso regular de tabaco, se acumulan concentraciones de nicotina en el cuerpo durante el día que persisten por la noche. Por lo tanto, las personas que fuman o mascan tabaco a diario están expuestas a los efectos de la nicotina las 24 horas del día (9). Las personas adictas a la nicotina presentan los síntomas del síndrome de abstinencia cuando tratan de dejar de fumar. Las personas que padecen del síndrome de abstinencia también necesitan más tiempo para recobrar su equilibrio emocional después de una tensión nerviosa. Durante los períodos de abstinencia o cuando tienen ansias excesivas de fumar, se ha demostrado que los fumadores sufren un deterioro en una amplia gama de funciones psicomotoras o cognitivas tales como la comprensión del lenguaje. Las mujeres que fuman suelen tener la menopausia a una edad más temprana. Aquellas que fuman y al mismo tiempo toman anticonceptivos orales tienen un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares que las que sólo fuman. Esto es particularmente cierto si son mayores de 30 años (9). Las mujeres embarazadas que fuman cigarrillos corren mayor riesgo de que sus hijos nazcan muertos, prematuros o con bajo peso al nacer. Los niños cuyas madres fumaron durante el embarazo corren mayor riesgo de desarrollar trastornos de la conducta. Los adolescentes que usan tabaco sin humo o rapé, son más propensos que los que no lo usan a convertirse en fumadores de cigarrillos. Además de la nicotina, el humo del cigarrillo consiste principalmente de una docena de gases (principalmente monóxido de carbono) y alquitrán. El alquitrán expone al usuario a un riesgo mayor de cáncer pulmonar, enfisema y afecciones bronquiales. El monóxido de carbono en el humo aumenta la posibilidad de enfermedades cardiovasculares. El ser fumador pasivo, es decir, cuando se inhala el humo expulsado por otros, produce cáncer de pulmón en los adultos y aumenta en gran medida el riesgo de infecciones respiratorias en los niños y de muerte súbita del lactante en los bebés.
Alcoholismo: Consiste en el consumo abusivo de alcohol de forma prolongada y el consiguiente desarrollo de una conducta anómala debida a la droga. Una persona alcohólica se caracteriza por una intensa dependencia o adicción y por un comportamiento peculiar con una pauta acumulativa. La intoxicación frecuente resulta destructiva e interfiere con la capacidad de socialización y trabajo. Poco a poco la ebriedad conduce al fracaso de las relaciones y la pérdida del empleo por ausentismo laboral. El alcohólico puede causarse lesiones físicas y ser detenido por conducir borracho. Hay individuos que buscan tratamiento médico por su afición a la bebida; muchos acaban necesitando hospitalización por delirium tremens o cirrosis. Lógicamente, cuanto más temprana sea la edad de comienzo, mayor será el efecto lesivo del cuadro clínico. La abstinencia de alcohol se acompaña de un espectro de síntomas y signos, que suelen comenzar de 12 a 48 h después de interrumpir la ingestión. El síndrome de abstinencia leve consiste en temblor, debilidad, sudación, hiperreflexia y síntomas gastrointestinales. Algunos pacientes presentan convulsiones tónico-clónicas generalizadas, habitualmente no más de dos en un período breve (epilepsia alcohólica). La alucinosis alcohólica es consecuencia de una abstinencia brusca tras un consumo excesivo de alcohol prolongado; los síntomas consisten en ilusiones y alucinaciones auditivas, frecuentemente con carácter de reproche y amenaza; el paciente está aprensivo y aterrorizado por las alucinaciones, así como por la vividez de sus pesadillas. El delirium tremens suele iniciarse de 48 a 72 h después de interrumpir la ingestión de alcohol, con ataques de ansiedad, confusión creciente, sueño alterado (con pesadillas o ilusiones nocturnas), notable sudación y depresión profunda; son frecuentes las alucinaciones fugaces que producen inquietud, miedo e incluso terror.

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