La obra Salesiana en América
La obra
salesiana inició su expansión por Europa, si bien determinados factores
influyeron en la preocupación por América. Las carencias de una sociedad de estados
incipientes, la magnitud del territorio, la ingente cantidad de inmigrantes, la
presencia de indígenas y las buenas relaciones y comunicaciones con este
continente provocaron la canalización de la obra salesiana hacia América. La
expansión de la educación y de la religión siempre estuvo presente en la mente
de D. Bosco. Así nos percatamos cuando Juan Gazzola, cónsul argentino de Savona
(Italia) en 1874, coincidió con él y se interesó mucho por su obra. De hecho,
el cónsul animó al arzobispo de Buenos Aires, Federico Aneyros, para que
incorporara la labor de los salesianos en este país sudamericano. La decisión
fue tal que el superior salesiano recibió una invitación para participar en la
evangelización que el arzobispo estaba llevando a cabo en Argentina (Nicoletti,
1998; Estrada, 2011). En esa época el radio de acción de la Iglesia llegaba
hasta Mercedes de Patagones –limítrofe con el territorio bajo dominio
indígena–, si bien por su jurisdicción le correspondía toda la Patagonia. D.
Bosco aceptó el reto que le permitiría ayudar a los inmigrantes (con el
insistente estímulo de los Santos Padres Pío IX y León XIII) y a los más
necesitados a la vez que conseguía ver cumplidos su sueño. En la actualidad la
Familia Salesiana está conformada por 30 grupos, que arrojan un número total de
402.500 miembros, donde hay 15.560 salesianos distribuidos en 131 países Los
sueños de D. Bosco se compilaron en 19 volúmenes por Giovanni Battista Lemoyne,
Ángelo Amadei y Eugenio Ceria. De los 200 sueños, 6 están relacionados con la
Patagonia: una fantasía con los ojos abiertos de 1856. Pero no fue hasta el 14 de
diciembre de 1875 cuando decidió enviar los primeros diez salesianos a América.
Al llegar a Buenos Aires el grupo se dividió en dos, por un lado, su
responsable, Juan Cagliero, se quedó con un grupo en la capital de Argentina
atendiendo a los emigrantes italianos, debido a las continuas revueltas
motivadas por la desconfianza de los indios y por el temor de perder su
independencia, incidentes que finalizaron cuando Namuncurá, representante
indígena, firmó un pacto con el ejército argentino. Paulatinamente la labor
salesiana fue en aumento, así, en 1880 se instalan en Las Piedras (a 20
kilómetros de Uruguay), en 1881 se desplazan a Paysandú y en 1887 abren un
nuevo colegio en La Plata. El general Roca, presidente de Argentina, también
reconoció la obra salesiana y, según consta en la carta que éste dirigió a D.
Bosco, con fecha de 10 de diciembre de 1881, llamó a monseñor Cagliero,
civilizador de la Patagonia.
Segundo período misionero, después de
la muerte de D. Bosco
Tras la muerte
de D. Bosco (1888) la obra misionera se interrumpió hasta 1890, año en que los
salesianos se instalaron en Caracas, donde ocuparon una ya existente escuela de
formación profesional (Colegio León XIII) y se destacaron por su trabajo con
los leprosos. En Caracas en 1894 y en Valencia (Venezuela) en 1895 se
establecieron nuevas fundaciones salesianas con tareas educativas. En 1891 se
instalan en Lima (Perú), fundando un oratorio y una escuela profesional para
niños pobres. En 1897 y 1898 se crearon nuevas casas en Arequipa y en Callao.
Los salesianos llegaron a Cuzco y Piura en 1905 y 1906 respectivamente. En
México fundaron una escuela de formación profesional en 1892, para más tarde
extender su labor por otras ciudades mexicanas, entre las que se encontraban
Puebla, Morelia y Guadalajara. Luis
Lasagna llegó a las misiones en la segunda oleada salesiana en 1876, empezando
en Uruguay y luego Brasil. En 1893 fue ordenado obispo y centró su trabajo en
la evangelización de los indígenas a petición del papa León XIII. Ciertamente
en aquella fecha (1882) también se recibieron propuestas para llevar la obra
salesiana a Boston. Pero los compromisos adquiridos en Europa y América del Sur
le impidieron aceptar de inmediato, siendo en 1945 cuando se fundó la D. Bosco
Technical High School. El comienzo de la
obra salesiana en Bolivia se debe a las manifestaciones realizadas por su
presidente, Aniceto Arce, en 1890, en las que mostraba su interés por que los
salesianos abrieran una escuela de formación profesional en su país. Pero no
será hasta el 17 de febrero de 1896 cuando lleguen los primeros salesianos; que
tras crear dos colegios se encontraron con un reto singular, que no era otro
que el elevado número de indios que pretendían recibir clase, por lo que se
tuvieron que crear secciones especiales para ellos. En 1896 los salesianos
fundan una escuela de artes y oficios en Asunción (Paraguay) (Lenti, 2012a). Su
primer contacto con América Central se produjo a finales de 1897 en El
Salvador, donde crearon una escuela profesional agrícola y un orfanato en
Curasao. En EE. UU. las actividades salesianas, que se desarrollaron entre 1897
y 1902, tuvieron como finalidad inmediata ayudar a los emigrantes italianos. En
San Francisco organizaron clases nocturnas de inglés, crearon un secretariado
del pueblo con el fin de encontrar trabajo para los recién llegados y buscar
alojamientos a los huérfanos y editaron un semanario: L’italiano in America.
Volviendo a países donde los salesianos iniciaron su labor, debemos resaltar
nuevos hitos que denotan la consolidación y permanente expansión de su
presencia. En Argentina, transcurridos veinticinco años de la llegada de los
salesianos a Buenos Aires, el número de casas salesianas alcanzaba la cifra de
250 y no dejaba de aumentar en 1900. En 1905 se fundó una nueva casa en
Córdoba, una escuela agrícola en Rodeo del Medio y un nuevo oratorio en Buenos
Aires. Este mismo incremento se repite en Uruguay durante el período que va
desde 1893 a 1895, creando nuevos colegios en Paysandú y Mercedes, y una
escuela profesional en Montevideo. En Brasil el cambio de régimen político,
originado tras la revolución de 1889, no tuvo consecuencias negativas para los
salesianos, por lo que prosiguieron con su labor de expansión. En 1890 crean
una nueva fundación en Lorena y en 1897 una casa en Campiñas. En Chile la obra
salesiana sufrió en sus orígenes las consecuencias de la guerra civil. Una vez
finalizada, Tomatis, el director salesiano, creó escuelas, oratorios y
talleres, e incluso se adentró en regiones no exploradas para evangelizar a los
indios araucanos. Esta labor fue altamente valorada por el pueblo y por los
sectores políticos, de forma que el propio jefe del partido socialista invitó a
la Cámara, a través de un escrito fechado el 16 de agosto de 1937, a adherirse
a los honores que se iban a tributar a la Congregación Salesiana (Lemoyne y
Fierro, 1957: 616): No se debe olvidar que de los 30.000 habitantes de
Magallanes, la Antigua Punta Arenas, la mitad recibieron instrucción de los
salesianos, quienes con sus escuelas, talleres y granjas, civilizaron esas
regiones semibárbaras. En 1893 el Gobierno chileno permitió el establecimiento
a Fagnano en la isla de Tierra de Fuego durante veinte años para que los
salesianos evangelizaran e instruyeran a los indígenas. En ella se creó la
misión de la Candelaria y se instruyó a los indios onas, enseñándoles a
construir escuelas y dispensarios, así como a cultivar la tierra, a criar
ganado y a realizar ciertas labores domésticas.
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